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Entrevista a Próspero Nieva

“La democracia era muy débil”

      â€œLa nulidad de los indultos no tiene que ser solamente para los que militares; creo que también -en el principio de igualdad ante la ley- debe decretarse la nulidad de los indultos de muchos montoneros que equivocaron a las juventudes argentinas y también cometieron horrores”. Terminante definición del viejo dirigente radical Próspero Nieva, convocado, entre otros, a la radio para recordar el Golpe Militar del 76. Con la perspectiva que sólo puede dar una dilatada vida dedicada a la política y el haber sido testigo directo de los hechos más sobresalientes de la crucifixión de la democracia y el vacilante regreso del ‘83, en la charla no faltó la autocrítica, la crítica al PJ y una mirada sobre las debilidades de la democracia actual.   

-A 30 años del golpe militar, recuerdo perfectamente el clima que había en los últimos meses del gobierno de Isabel Martínez; estábamos esperando con naturalidad que la bajaran, sin pensar en lo que vendría. Usted, ¿cómo se ubicó en esa época?
-Es verdad, pero no me olvido de las palabras de Balbín, al que le permitieron salir por la cadena nacional, frente al inminente golpe, y él dijo: por favor, salgamos con muletas pero salvemos a la democracia. El quería que Lúder, como presidente provisional del Senado, se hiciera cargo de la República y no le llevaron el apunte y lamentablemente entramos en el  pozo más negro de la historia argentina. Si se hubiera escuchado a Balbín y si mucha gente -que me perdone el Justicialismo- hubiese evaluado en la desgracia en que íbamos a caer. Pero no supieron entender las circunstancias. Encima, después se montaron en el famoso decreto de Isabel Martínez sobre el aniquilamiento de la guerrilla.

-Pero había algo en todos de “esto no se aguanta más”, que la presidenta se tenía que ir; incluso mucha gente respetable, acompañaron durante los primeros meses el Proceso.
-Si señor, es verdad. Porque se creyó que realmente iba a haber un cambio serio. Aquí, por ejemplo, el radicalismo cometió un gravísimo error. Me acuerdo que nos reunimos en el partido porque Pedro Mario Campos, que en paz descanse, fue invitado a ser intendente de la Capital y a mí me llevó no como funcionario sino como asesor . Pero apenas advertí el carácter totalitario y dictatorial con que venía el Gobierno, me fui inmediatamente. Mucha gente se equivocó y lamentablemente ha sido una de las épocas más terribles de la historia argentina.

-Sacaron a la “yegua” -como se le decía a Isabel- para que vinieran los asesinos.
-Exactamente. En Jujuy, recuerdo, cuando ya el golpe era inminente, los diputados provinciales sacaron todas sus cosas antes de que se produjera el golpe. Me acuerdo clarito que sacaban las cosas de los despachos, inclusive los pocos diputados radicales que había, sacaron todas sus pertenencias y se fueron de la Legislatura. Era un hecho irreversible. Lo que nadie pensó fue la dimensión genocida que iba a tomar. Fue terrible; creo que no he desaparecido porque era presidente del partido, pero dos o tres veces a la semana, salía de mi estudio y tenía gente de la Federal que me llevaba a la delegación y me sometía a interrogatorios durante media o una hora, sobre actividades de los dirigentes y de uno mismo. Tuve que ir al Regimiento para hablar con el famoso capitán Jones. Secuestraron y mataron a gente del Partido Radical. El doctor Aredes era un dirigente nuestro, intendente de Libertador. Ricardo Balbín intervino en la primera detención y lo liberaron, pero al poco tiempo desapareció. Un sobrino mío, Julio Alvarez García también desapareció. Íbamos a visitarlas a Olga de Aredes y a otras detenidas en el Buen Pastor. Eso me costaba visitas a la Federal a cada rato.

-Usted fue diputado nacional en el ‘83 con Alfonsín. A pesar de que no tuvo la inserción masiva que tuvo que tener, a mí me parece que el Juicio a las Juntas fue un hecho histórico, no sólo para la Argentina. ¿Cómo lo vivió desde el lugar donde estaba?
-Como un hecho que realmente trascendió al mundo, porque por primera vez un presidente democrático llevaba al sillón de los acusados a todos los genocidas. Había euforia pero también mucha cautela, porque ahora se habla mucho, se critica, pero la democracia no estaba ganada, era tan endeble que recuerde lo que pasó en Semana Santa. Y fíjese Usted que tanto no estábamos ni remotamente seguros de que la democracia era estable, que se tuvo que dictar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que muchos las critican y no las entienden. En realidad, ¿sabe lo que se hizo con estas leyes? Con la de Punto Final, sobre todo, lo que se hizo fue fijar un plazo, hasta cuándo se podían receptar las denuncias por las desapariciones; transcurrido un año -por ejemplo- después que volvió la democracia. ¿Por qué? Porque los militares que estaban, entre esos el golpista más grande que ahora se regodea con la democracia, Aldo Rico, estaban en el golpe y no dejaban gobernar. Eran épocas muy pero muy difíciles. Dentro del PJ había personajes que no nos dejaban gobernar.

-¿Cómo quiénes?
-Nunca me olvido del terror que sufrimos cuando irrumpieron en el recinto de la Cámara Herminio Iglesias y una manga de patoteros, con los torsos desnudos, se subían a las tarimas de los palcos, nos amenazaban y nos tiraban con los tinteros, y nosotros no nos movimos de nuestras bancas. Fue una época de terror, tanto por lo militares como de algunos sectores de derecha del Justicialismo.

-¿Cómo vivió usted en la Cámara el tema de la Obediencia Debida y Punto Final?
-Voté a conciencia. Tuvimos que votar por el riesgo en que estaba de riesgo la democracia, por su debilidad.  Alfonsín dijo: voy a sacrificarme yo, voy a sacrificar mi prestigio, pero voy a preservar la democracia para que dure por siempre. No quedaba otro recurso que dictar la ley de Obediencia Debida porque la realidad era que había, desde oficiales hasta suboficiales, que estaban involucrados en los secuestros, en muertes, en allanamientos, en robos, mucha gente que había entrado a los domicilios y robó y mató. Ahora se dice -y quizás me desvío el tema- que se va a tratar en el Congreso, la nulidad de los indultos y yo creo que no tiene que ser solamente para los  militares; sino que también -basándonos en el principio de igualdad ante la ley- debe decretarse la nulidad de los indultos de muchos montoneros que equivocaron a las juventudes argentinas y también cometieron horrores, sin respetar a nada ni a nadie. Ni la vida ni la propiedad ni nada. Fue una época muy difícil que, espero que muchas generaciones no perderán de vista y la mantendrán en la memoria para que no se repita, pero creo que nosotros hemos asegurado para siempre la vigencia de la democracia.

- José Luis Mangieri, el conocido editor, me dijo en una entrevista que para él lo que pasó en la Argentina, fue que desde el peronismo, el movimiento obrero organizado, con todos sus costados, de derecha, de centro y de izquierda, era tan fuerte y sobrevivió durante 18 años a los golpes de Estado, con la misma fortaleza y que por eso el Proceso tuvo la brutalidad que tuvo, para desarticularlo.
-Creo que los militares querían destruir todo, incluso el pasado. Ellos hablaban de la nueva Argentina. Perón lo vio. Acuérdese que Perón, en esa época, hablaba desde la Casa Rosada con un vidrio blindado, porque corría riesgos, estaba a la vista que podían atentar contra él; recuerde el asesinato del sindicalista Ignacio Rucci. Era un enfrentamiento cruel el que había en el Justicialismo y los militares lo aprovecharon para desarticular a la CGT, a los centros estudiantiles, a la Universidad, a los partidos políticos. Todo tenía que desaparecer. Fue todo muy sanguinario, como bien sabemos.

-Le pregunta un oyente si no cree que la UCR, o por lo menos algunos sectores, favorecieron el golpe del ‘76.
-No, porque no éramos gobierno. Si hubiésemos sido gobierno, sí; pero lamentablemente quien estaba en el gobierno era Isabel Martínez de Perón. Al contrario. No queríamos el golpe; los radicales hemos sido víctimas de los golpes militares en el ‘30 con Yrigoyen.

-¿Pero algunos sectores de la derecha radical no cree que algo tuvieron que ver?
-Puede ser. Siempre, en los distintos partidos políticos, ha habido gente que se han prestado para situaciones así, no sólo dentro de la UCR sino dentro del mismo PJ.

-No se puede dejar de pensar que lo que somos, cómo hoy nos gobiernan, cómo cayó Alfonsín y cómo Menem hizo una pirueta rapidísima cuando aquél golpe económico-financiero, todo lo que pasó en la década del ‘90 y después el desastre de De la Rúa. Los partidos están tan debilitados. ¿Cómo sigue esto?
-Es muy difícil la pregunta. Reconozco que hay debilitamiento en los partidos; inclusive el Radicalismo a nivel nacional no está bien. En la ultima reunión nacional critiqué  fuertemente la actitud de muchos dirigentes de Buenos Aires y Capital Federal, en donde se prestan a situaciones que solo debilitan al partido. No sirve que gobernadores radicales para recibir dadivas del Gobierno Nacional presten sus diputados para que voten a favor del proyectos de Kirchner. Flaco favor le hacen al gobierno. Yo creo que son victorias a lo Pirro y que puede ser un boomerang. No me convence la actitud de algunos dirigentes nacionales. Una de las pocas provincias que se salva de la destrucción de la UCR es Jujuy. En Tucumán y en Salta, por ejemplo, el Radicalismo casi ha desaparecido por la actitud de los dirigentes que no se ponen a la altura de las circunstancias. Aquí , con falencias, con errores, con críticas valederas, tenemos un partido que es alternativa provincial.

  -Si hay una cosa que le critico a la actual conducción, es que me parece que gente como Usted, como Lalo Carrillo, como Meyer y otros, deberían tener más espacio a la hora de las decisiones.
-Usted ha nombrado a personas que éramos los que nos parábamos a la dictadura, no sólo hablo de la última, sino también de la de Onganía; éramos los que salíamos y panfleteábamos y nos llevaban a la policía a cada rato. Éramos los que poníamos al país realmente en la oposición y le he pedido al presidente del partido (Juan C. Robles) que convoque a la gente con experiencia a participar más; por supuesto que no hablo de un consejo de ancianos. No me aparto del Partido, porque como me decía el doctor Illia, en política nadie se jubila, se está para siempre. Sigo peleando, no con la actividad que tenía antes porque los años pesan. Pero creo que los jóvenes que están al frente de la UCR deben convocar a gente con alguna trayectoria porque algún buen consejo les podemos dar, con toda seguridad.

-Le pregunta un oyente si usted sabe qué hacían en aquella época los políticos que hoy nos representan...
-Me pregunto lo mismo. Adentro del Gobierno, hay muchos nuevos políticos que no los vi jamás y que es gente grande, gente de mi edad o un poco menos, que podrían haber luchado para recuperar la democracia. Nunca los he visto al lado del pueblo, jamás los he visto salir a panfletear, a militar como punteros; pero sí los he visto usar la política para beneficio personal.

 -Otra pregunta: ¿cree que se acabaron los golpes? Hay gente que está harta del caos de esta democracia.
-Pensar así es peligroso y no es el primero que escucho. Hay gente que dice: quisiera que vuelvan los militares, por el orden. Porque realmente hay mucho desorden, y no es bueno. Pero tampoco es buena la democracia como se le está viviendo. No me olvido cuando el coronel Jones me preguntó si yo era “zurdo”, le dije: yo sigo los principios de Yrigoyen que dicen que hay que trabajar por los que menos tienen, si haciéndolo, soy zurdo, sí lo soy. Hoy hay que trabajar por los que menos tienen, pero no con la forma de la dádiva.

-¿Qué hay que hacer?
-Hay que hacer lo que Cristo dijo: el hombre debe ganarse el pan con el sudor de su frente. No es bueno que la gente se reúna sólo para cortar calles y que por eso se le pague un plan social. Hay que orientarlos hacia el trabajo y, en todo caso, hacia ejercitar la protesta  respetando los derechos de los demás.






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