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Entrevista a Maru Fascio

Vida de radio

      â€œAntes la participación del oyente no existía. Ahora, cada uno puede llamar y decir lo que piensa, puede estar dentro de la radio. Los locutores animadores podemos decir lo que pensamos. Hay un ida y vuelta con el la audiencia” dijo Maru Fascio, en una entrevista con La Revista, en la que recordó  y analizó muchas cosas que sucedieron en los treinta y cinco años que lleva en LW8, donde empezó precisamente cuando la emisora salía al aire. Maru, con una voz y un estilo muy conocidos y queridos en Jujuy, con premios y distinciones provinciales y nacionales, charló de todo, de los tiempos de antes y de los de ahora, de los compañeros, los amigos, los profundos cambios sociales que obviamente se reflejan día a día en la radio y de sus ganas de seguir haciendo .

-¿Cuántos años tenías cuando empezaste a trabajar en la radio (no te pregunto cuántos tenés)?
-No hay problema, ya lo tengo asumido. Comencé a l os 18 años, en el ‘70. O sea que ya llevo en la locución 35 años; sacá cuentas de cuántos años tengo.

-¿Cómo empezaste, fue algo imprevisto?
-Sí, fue algo que se me cruzó por el camino. Mi idea era ser fonoaudióloga, mi hija siguió esta carrera y uno dice quizá no se da en uno y sí en la otra generación. De todas formas, tal vez fue por casualidad, había terminado el secundario y Radio Visión Jujuy había ganado una licitación para la radio. Se creaba en ese momento la nueva LW8 Radio San Salvador de Jujuy y por eso necesitaban más personal del que contaban para poder inaugurar la nueva emisora, que iba a salir al aire como AM y FM. Entonces me presenté al concurso para locutores, con una vaga idea de adónde iba y qué era lo que quería.

-¿Vos escuchabas radio?
-Sí, pero no era fanática. Como tenemos finca en Monterrico, en el campo, la radio era una compañía. En esa época no había televisión (en ese momento iban a comenzar las transmisiones) y todo el mundo escuchaba las radionovelas. Pero no era fanática, si estaba encendida, escuchaba.

-¿Cómo fue el concurso?
-Ëramos muchísimos los que nos presentamos, recuerdo algo así como 150 personas. Por supuesto después el número se fue reduciendo. Nos fueron tomando los primeros exámenes en enero o febrero de 1970. La radio se inauguró el 6 de junio de ese año.

-Había poquitos meses...
-Sí, y ese tiempo nos teníamos que preparar para empezar a trabajar. Fueron meses muy intensos de estudio; de todas formas no estábamos al nivel de los locutores que ya venían de la otra emisora, como Andrés Rivarola, Girón, Osvaldo Nari, Amalia Pinedo (Amalia Pérez Paz), la Chela Benavídez, que también pasó de la otra radio. Nosotros éramos la nueva camada y examen tras examen, logramos ingresar.

-¿Cómo era la preparación?
-En esto tuvieron mucho que ver Bebo y Amalia Pérez Paz y Amalia porque nos prepararon bien. Nos daban un curso elemental. Y después, cuando ya estábamos trabajando en la emisora, nos preparamos para rendir como locutores transitorios, locutores provinciales. Éramos principiantes.

-¿Y tus primeras tareas?
-Me enteré de que iba a empezar a trabajar la noche del 6 de junio, en una cena muy linda y formal, a la que me habían invitado junto con otras personas. Ahí Fernando Pérez Paz se acercó, eran como las 12 de la noche, y me dijo “Maru, mañana tenés que ir a trabajar a las 6 de la mañana”. Por supuesto que ahí se terminó la fiesta para mí porque pensé “Y ahora qué hago”. De todas formas tenía la apoyatura de los locutores de experiencia. Comencé como locutora comercial, en el programa “Hola, buen día”, con Hugo Conde, donde leía los comerciales .era locutora tandera- y a veces daba los datos del tiempo o la hora. Me pasó muchas veces, en las primeras miradas al reloj, que por los nervios no sabía qué hora era; era bastante joven. Después fui asumiendo la responsabilidad de estar frente al micrófono.

-La radio tiene el vértigo del momento.
-Sí, la radio es ya, el momento, como el agua que pasa.

-Así como mañana no importa lo que hayas dicho hoy, nadie lo recuerda....
-El agua pasa, lo que dijiste pasó y quedó lo que la gente quiso recibir y lo demás se evaporó en el camino.

-¿Siempre estuviste en la misma radio?
-Sí, siguiendo con la metáfora del agua, pasó mucho agua; son 35 años en la misma radio. A veces pienso, si aparecen otras propuestas de trabajo, qué pasaría si me cambiara de radio. Pero creo que me costaría mucho.

-Además, tu voz es la marca de LW8 a la mañana.
-Yo amo esta emisora, creo que no podría trabajar en otro lado.

-¿Siempre trabajaste a la mañana?
-Sí. Empecé a las 6 y después fui rotando pero siempre a la mañana, porque tengo una voz bastante particular, chillona. Y para los horarios de la noche la voz no me daba. Ahora sí podría hacerlo. Mi voz era muy fuerte, potente, ideal para la mañana.

-¿Qué recordás de esos primeros trabajos como locutora tandera?
-Se hacía todo en vivo, no como ahora que las publicidades están grabadas. Y tiene su encanto cuando el locutor te lo dice en el momento. La grabación, toda editada, es siempre sin fallas. A mí me gusta la falla del ser humano, es bueno que la gente sepa que del otro lado hay una persona igual que ellos. Muchas veces hablamos de la magia de la radio y es eso, que del otro lado haya una persona, que el oyente se pregunte cómo sos, cómo te encontrás, si estás alegre o triste, si estás preparado o no. Todo se percibe.

-¿Te pasó, en algún momento difícil, que te llamara la gente -esos oyentes seguidores- porque se dio cuenta de que estabas triste?
-Sí. Si bien yo pienso que un locutor cuando se cierra la puerta del estudio se tiene que olvidar de todo lo que le pasa en la vida personal, porque cada uno carga con sus propias piedras, algunas más grandes otras más chicas. A veces cuesta más, otras menos. Cuando vos estás triste porque algo te pasó, la gente se solidariza. A mí me pasó, porque quedé viuda y fue algo que me shoqueó muchísimo y ninguno de nosotros en mi familia estábamos preparados. Pensé que todo se había acabado para mí. No pensé que podía volver a enfrentar a los oyentes con la tristeza interior que tenía. Y fueron esos mismos oyentes que empezaron a llamar y a darme su afecto y a alentarme, los que me dieron la fuerza interior. No fue fácil.

-¿Hubo algo que te pusiste como una meta inclaudicable en tu trabajo?
-Sí mi consigna apenas empecé fue no defraudar al que me está escuchando, porque ellos me eligieron. Es muy fácil cambiar el dial y yo no puedo faltarle el respeto al que me escucha. Hoy en día, después de tantos años en un medio, me doy cuenta de que hay una falta de respeto hacia el oyente, de que no se lo valora. Los que hacemos radio a veces nos creemos de que podemos decir cualquier cosa y no nos preparamos.

-También me parece que una vez que el oyente te eligió, que se acostumbró, te banca, se solidariza, te apoya. Y es difícil que deje de escucharte, porque lo tiene incorporado y si no te escucha te extraña.
-Sí, la radio es parte de la rutina. Ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Ahora te bombardea con información y tenés que estar preparado. Es tan acelerado todo que ahora cada periodista cubre un área en particular, porque no se puede estar en todo, saber todo. Y los locutores hemos ido perdiendo terreno porque no nos ponemos al nivel de los periodistas. Esto me hace preguntarme a mí misma qué pasa, pero la verdad es que yo no soy periodista, no elegí ser periodista. Quiero seguir siendo locutora animadora, que es lo que me gusta hacer. Las radios de ahora, en las FM la gente te dice cualquier barbaridad. A mí me molestan las “malas palabras” y el trato de igual al oyente, de “che, vos”, significa menospreciar al oyente, faltarle el respeto.

-Para mí la falta de respeto pasa por otro lado. En Radio 10 se escucha -que no se escucha acá- cómo maltratan al tipo que llama a un programa y me pregunto por qué la gente escucha ese tipo de programas, por qué participa. Hay un enganche, un ida y vuelta.
-Tal vez, la verdad, la realidad del oyente es distinta a la del locutor animador y no la comparten. Por eso, cuando el locutor no está de acuerdo con vos, te maltrata y te pregunta al aire para qué llamaste. Es un estilo muy agresivo que no comparto, como tampoco me gustan los programas de tv donde se burlan de la gente y hacen bromas pesadas.

-¿Cuáles son a grandes rasgos los cambios que hubo en la radio?
-Antes era muy estructurada, no podías salirte del libreto, escrito por un libretista, que hacía las glosas para cada programa. No podías salirte de las glosas ni de los textos de las publicidades; no podías reirte. Todo era muy formal y estructurado. La participación del oyente no existía. Ahora, cada uno puede llamar y decir lo que piensa, puede estar dentro de la radio. Los locutores animadores podemos decir lo que pensamos. Hay un ida y vuelta con el oyente. También se ha modificado la forma de trabajar en la radio. No está sólo el que anima, con el aporte del locutor redactor que trae la información, y que es su participación. Ahora, hay paneles de personas especializadas en política, policiales, espectáculos. Hay diversidad de voces, aunque se ha perdido un poco el protagonismo de la música en la radio. Y a pesar de que las FM fueron creadas para pasar música, está todo desvirtuado. En AM se trabaja mucho con las entrevistas, antes los entrevistados tenían que ir al estudio, ahora, con los avances tecnológicos, encontrás a tu entrevistado a través del celular. Tenía su encanto hacer las notas en el estudio, me da nostalgia. Pensar que nosotros teníamos un piano de cola espectacular; iban las orquestas de tango, los cantantes. Ahora ya la gente no tiene que ir a la radio.

-La disposición en el estudio cambió, antes trabajaban parados, ¿cómo era?
-Había sillas para descansar durante los temas musicales, y la locución se hacía de parado como vos decís, que es la mejor posición para trabajar en esto, para poder hablar, respirando sin ningún problema. Cuando estás sentada el tórax se viene hacia delante. A raíz de esto, siempre cuento que siendo yo petisa muchas veces me tocó trabajar con locutores altos, sacando a Hugo Conde. Pero con Rivarola, Girón, Chacho Pérez Paz., por la altura del micrófono o ellos se encorvaban o yo tenía que subir.  Cuando empecé  a trabajar, Fernando Pérez Paz trajo al estudio un cajón de gaseosa, de madera, de los viejos, y me dijo “Si te subís al cajoncito vas a estar más cómoda, a la altura del locutor”. Eso me marcó. Ahora, cuando estoy sentada a la altura de cualquiera, me siento realizada. Además, porque los compañeros siempre me “gastaron” por eso del cajón.

-¿Cuándo se empezó a trabajar alrededor de una mesa, sentados?
-Creo que hace entre 15 y 18 años. Hay más comodidad, hoy en los estudios hay lugar para que cuatro o cinco personas puedan trabajar con sus papeles, apuntes, o lo que sea. A veces con el atril, se traspapelaban un poco las cosas.

-¿Cómo es tu cotidianidad en la radio? ¿tomás mate?
-Antes sí. Pero después de tanto tiempo trabajando, el problema es que necesito tomar algo tibio y el mate en la radio es complicado. El primero siempre está bien, después se enfría. El trajín de la radio no te lo permite, querés que todo salga perfecto, aunque no siempre pasa. Te olvidás de si tenés sed o ganas de hacer pis.

-¿Cómo preparás el programa, desde el día anterior?
-Normalmente, las cosas atemporales las voy preparando con tiempo, sobre todo cuando se acerca el Día de tal cosa. Mucho de lo que pasa en el programa fluye en el momento porque la noticia es ahora, ya. Nos ayuda la tecnología, con la computadora tenés muchísima información, que llega en el instante.

-¿Cuál es para vos la magia de la radio, lo que te cautiva, o ya estás cansada?
-No. Por ahí me pregunto cuándo será el tiempo justo para irme y dejar la radio, para que el oyente no diga “Ya estoy harto de escucharla”. Pero la verdad es que la radio todos los días te sorprende, quiere decir que todavía puedo brindar algo más. Dejar la radio significa dejar mucho de mi vida. Empecé a trabajar de soltera; fui construyendo mi ciclo vital junto con mi profesión, fui creciendo. Hace unos días un compañero me decía “De los primeros, vos sos la única que queda” y es cierto. Pero no me siento tan vieja como para dejarla. Volviendo a tu pregunta, para mí la magia se despliega cuando viene al estudio gente de Cusi-Cusi, por ejemplo. Me presento y me miran asustados. Me dicen “Yo pensaba que ud. era alta, morocha”. La magia es eso, produce que la imaginación, del otro lado, vuele con una palabra.

-¿Qué sentís estando durante 35 años en las mañanas jujeñas?
-La otra vez, había que hacer una nota con un ingeniero, del que no me acuerdo en este momento el nombre. Se abre la puerta del estudio, la gente de producción me dice que ya llegó. Aparece el hombre y me dice -estábamos en el corte- “Yo la odiaba a ud. Mi mamá me ponía la radio en la oreja para que me levantara. Y ud., del otro lado, me decía que me levantara. Hoy le tengo que agradecer porque soy ingeniero gracias a que todos los días alguien me decía ‘vamos, levantate que tenés que ir a la escuela”.

-¿Después de tanto tiempo trabajando en la misma emisora, tenés privilegios?
-No, creo que no. Me hice a pulmón. Me respetan, como me puede respetar el oyente.






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