Pablo Lozano
La participación de los vecinos de nuestra ciudad en las polÃticas públicas del municipio es imprescindible, conveniente, casi excluyente dirÃa, para empezar a producir un debate que nos permita planificar una ciudad limpia, ordenada, turÃstica y con mejores condiciones de vida para todos sus habitantes. Para concretar esta participación, entre tantas vÃas o ejes que podemos analizar, quiero en esta nota, referirme especÃficamente a dos: los Centros Vecinales y el Consejo Asesor de Planificación Municipal. El hecho de que los representantes de los barrios se involucren directamente planteando inquietudes y necesidades puntuales y compartiendo con ediles y funcionarios las decisiones sobre las obras barriales es una expresión de sentido común y de sensatez que, por otra parte, tiene su marco legal.
El artÃculo 12 de la Carta Orgánica Municipal expresa textualmente:
âEl Municipio deberá dar participación a los centros vecinales, sindicatos de trabajadores, asociaciones de empresarios o profesionales y a las demás instituciones intermedias para que colaboren con el mejoramiento de las condiciones de vida, la solución de los problemas que incumben a los vecinos y la defensa y promoción de los intereses sociales y económicos que les son propiosâ.
Sin perjuicio de la actuación particular de cada centro vecinal, desde el Concejo Deliberante vimos con buenos ojos que los mismos se hayan organizado a través de la Federación de Centros Vecinales y el Consejo Vecinal, este último creado por Ordenanza Nº 2801/99, la que le da la posibilidad concreta de intervenir y definir las obras prioritarias para cada barrio que deberá ejecutar el municipio capitalino cada año.
Concretamente el artÃculo 16 de dicha ordenanza establece que:
âEl 60% del monto previsto para Obras Públicas del Presupuesto del Municipio se destinará al programa âMejoramiento Barrial Integralâ, estando a cargo del Concejo Vecinal confeccionar el listado general de obras barriales hasta cubrir el porcentaje señalado.â: lo que llevado a los hechos concretos -y ya es hora de que asà suceda- permitirá que a través de los recursos disponibles se implementen realmente acciones para cubrir las necesidades en el orden de prioridades que los habitantes del barrio determinen, en la inteligencia de que se deberá actiar de acuerdo a las posibilidades económicas existentes.
En relación al Consejo Asesor de Planificación Municipal, considero que serÃa oportuno y conveniente reeditar la constitución del mismo, lo que está previsto en el TÃtulo VIII, CapÃtulo I de la Carta Orgánica Municipal. En relación a la competencia de este Consejo el artÃculo 138 expresa que le corresponde:
âAnalizar los programas de desarrollo para el Municipio, de orden nacional, regional o                  provincial y determinar su incidencia en las tendencias de desarrollo de la ciudad y sus áreas complementarias. Proponer la adopción de las medidas necesarias para garantizar el racional establecimiento de los asentamientos humanos en la jurisdicción comunal, asesorar al Municipio en la elaboración de planes, programas y proyectos de desarrollo urbano y rural, etc.â
En estos momentos en que estamos debatiendo los problemas que de vieja data tiene nuestra ciudad, tratando de buscar entre todos los consensos necesarios y las soluciones pertinentes para ellos, el vecino tiene garantizada su voz y hasta en algunos casos su voto, para hacer llegar propuestas, explicaciones, sugerencias, opciones, alternativas, etc. Es una remanida verdad, que todo comienzo es difÃcil; implementar estas mecánicas formalmente puede tener dificultades y demoras y habrá, en ese sentido, plazos más cortos o más largos según las acciones de las que se trate, pero tampoco es tan difÃcil establecer dinámicas concretas que permitan desarrollar estructuralmente formas activas de participación, hecho a hecho, obra a obra, lo que redundará en una más eficiente gestión municipal y, por supuesto, en la calidad de vida de todas y cada una de las familias de San Salvador de Jujuy.
|