Walter Francisco Vera
wfvera@imagine.com.ar
Introducción
Se ha hecho un lugar común señalar que la Sociedad contemporánea sufre un proceso de profundas imitaciones que sacuden incesantemente el conjunto de sus estructuras. Sobre ella también impacta el acelerado avance de la ciencia y la tecnologÃa y la revolución que se ha generado en el dilatado campo de la información y las comunicaciones, cabrÃa agregar que también experimenta los efectos culturales de la posmodernidad. Si bien estaos señalamientos suelen reiterarse en diversos ensayos, notas y escritos en general no por ello son menos ciertos.
Lo real es que nos encontramos inmersos en procesos de cambio, cambia la organización social, cambian las instituciones, cambian las empresas, cambian las estructuras, y ¿qué esta pasando con la Universidad?.
Esta ocurriendo que la Universidad de este convulsionado presente está, como era previsible, enfrentando los desafÃos de responder a las consignas y demandas que la cultura contemporánea aplica a todas las organizaciones. Por lo pronto, tenemos que señalar que para dar respuestas apropiadas a la inédita demanda social de nuestro tiempo, resulta imprescindible elevar la calidad académica de nuestras instituciones universitarias y la dedicación que a sus respectivas funciones y actividades prestan los claustros de profesores como de estudiantes. También será necesario ocuparnos de fomentar en nuestra sociedad el desarrollo de un clima favorable y de un ambiente cultural que permita contar con una Universidad que merezca el nombre de tal.
DesafÃos de la Sociedad del Conocimiento
La transición al nuevo siglo se efectúo en el marco indubitable de la sociedad del conocimiento, con el extraordinario desarrollo alcanzado por la ciencia y la tecnologÃa y con el modelo de competitividad caracterÃstico de la globalización económica. Precisamente, lo primero que debemos destacar aquÃ, es el valor definidamente estratégico que hoy tienen en todas las sociedades del mundo la ciencia, la tecnologÃa y el conocimiento. En el contexto global señalado nos encontramos con el hecho de, que el conocimiento y la información se han convertido en el principal recursos productor de riqueza.
Si bien la información y el conocimiento siempre fueron componentes fundamentales del crecimiento económico y la tecnologÃa desde su surgimiento fue determinante de la capacidad productiva de las naciones, el momento presente constituye un punto de inflexión histórica por la emergencia de nuevos paradigmas cientÃficos, tecnológicos, culturales y epistemológicos.
La configuración de un nuevo paradigma tecnológico estructurado en torno de las modernas, flexibles y poderosas tecnologÃas de la información posibilita que la información se transforme, por sà misma, en un producto clave del proceso productivo, influyendo de este modo es todos los sectores de la actividad humana a través de las múltiples conexiones entre los agentes y elementos de tales actividades.
La década del noventa y el despuntar del siglo XXI fueron el escenario del advenimiento y afirmación de la sociedad del conocimiento, ello está generando una instancia crucial en el marco de las relaciones económicas, sociales y polÃticas; se está produciendo un cambio del poder. Para Alvin Toffler (1990) la forma de alcanzar el poder económico y el desarrollo en el siglo XXI ya no será mediante la explotación de las materias primas y del trabajo manual del hombre, sino mediante la aplicación de los recursos de la mente humana. Asimismo el conocimiento considerado en forma de poder no se expresa en objetos materiales, sino en sÃmbolos que estarÃan, por asà decirlo, en el cerebro de los trabajadores.
En opinión de Toffler, el conocimiento está en proceso de dejar de ser un derivado de la riqueza o de la fuerza, factores de poder determinantes en fases anteriores, para convertirse en su fundamento principal. De allà que la pugna por el control del conocimiento se intensifique en todo el mundo. Para el citado autor este proceso constituye un factor de democratización, puesto que el conocimiento es infinitamente ampliable, permite ser reproducido, puede utilizarse múltiples veces sin agitarse y, a diferencia de la riqueza puede estar al alcance de los pobres.
Para Carmen GarcÃa Guadilla (1996), las posibilidades ilimitadas de conocimiento y de información que son la materia prima de la educación y en las que descansa el avance de la ciencia y la cultura de los pueblos, deben desarrollarse a favor de que el capital cultural no sea aprovechado solamente en función del capital económico. Revertir la distancia en la distribución del conocimiento entre los paÃses y entre los grupos sociales al interior de cada paÃs, es uno de los desafÃos fundamentales ya que hoy, más que nunca, la redistribución del conocimiento implica redistribución de la riqueza.
El papel protagónico que universalmente ha adquirido el conocimiento en todos los procesos de la vida social contemporánea esta incidiendo en nuevas formas de producción, circulación y apropiación del conocimiento.
Las nuevas formas de producción del conocimiento involucra fundamentalmente a las Universidades, que son las instituciones de educación superior donde la investigación se ha configurado como parte de su misión. El contexto de las mutaciones actuales y la consolidación de un nuevo paradigma productivo basado en el uso intensivo del conocimiento, coloca a la Universidad en un lugar estratégico y plantea un verdadero desafÃo a las instituciones de educación superior en su conjunto.
Efectivamente, es en los ámbitos de las instituciones de educación superior donde tiene lugar la generación y transferencia del conocimiento. También donde se realiza una parte importante de las actividades de investigación, ciencia y tecnologÃa que se desarrollan en la Argentina.
Educación Superior en los
comienzos del siglo XXI
La preocupación por el papel de la Educación Superior en los albores del nuevo siglo, que se encuentra instalada en la agenda de todas las naciones del mundo, incluyendo los paÃses más desarrollados, tuvo cabal expresión en la última Conferencia Mundial sobre la Educación Superior organizada por la UNESCO y desarrollada en ParÃs, Francia del 5 al 9 de Octubre de 1998. Allà delegados y representantes de todas las regiones del mundo, emitieron una Declaración (1999) cuyas partes más significativas extraemos: âEn los albores del nuevo siglo se observa una demanda de educación superior sin precedentes acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia que este tipo de educación reviste para el desarrollo socio-cultural y económico y para la construcción del futuro, de cara al cual las nuevas generaciones deberán estar preparadas con nuevas competencias y nuevos conocimientos e idealesâ¦..â.
âLa segunda mitad del siglo XX pasará a la historia de la educación superior como la época de expansión más espectacular (â¦â¦â¦.) Pero también es la época en que se ha agudizado aún más la disparidad, que ya era enorme, entre los paÃses industrialmente desarrollados, los paÃses en desarrollo y en particular los paÃses pobres en lo que respecta al acceso a la educación superior y la investigación y los recursos de que disponen (â¦â¦â¦.) Si carece de instituciones de educación superior e investigación adecuadas que formen una masa crÃtica de personas cualificadas y cultas, ningún paÃs podrá garantizar un auténtico desarrollo endógeno y sostenible, los paÃses en desarrollo y los paÃses pobres en particular no podrán acortar la distancia que los separa de los paÃses desarrollados e industrializados. El intercambio de conocimientos, la cooperación internacional y las nuevas tecnologÃas pueden brindar nuevas oportunidades de reducir esta disparidadâ¦..â.
Los participantes de la citada Conferencia Mundial, luego de forjar una nueva visión de la educación superior y de proponer polÃticas y acciones concretas a seguir, concluyeron en que el desarrollo de la educación superior debe figurar entre las más altas prioridades nacionales.
Esta claro entonces que uno de los mayores desafÃos estratégicos que debemos enfrentar como paÃs es resolver cómo queremos ubicarnos en la sociedad global del conocimiento, que surge asociada a un nuevo paradigma tecnológico cuyo ritmo de transformación es vertiginoso. Responder a tales desafÃos requiere de una transformación profunda en el sistema educativo y en particular en las Universidades, llamadas a cumplir un papel central por su triple condición de productoras, difusoras y aplicadoras del conocimiento; en especial en tanto productoras de conocimiento cientÃfico sobre la educación misma, sobre la innovación tecnológica y sobre su relación con la sociedad en proceso de cambio.
Analizando la declaración de la citada Conferencia de la UNESCO que señaló la imprescindible necesidad de âponer enmarca un movimiento de reformas y renovación profundas de la educación superiorâ J.L. Coraggio y A. Vispo (2001) destacan que esa reforma por la que debe pasar también nuestra educación superior, debe producir una sistema diversificado, de alta calidad, eficiente, que tenga la estabilidad que permite diseñar estrategias complejas de mediano y largo plazo, y a la vez la ductilidad para acompañar a tiempo las transformaciones que deberán experimentar las sociedades, sus sistemas de gobierno y sus bases económicas y tecnológicas.
Los mencionados autores señalan que lo expresado pone de manifiesto que el producido de la Universidad va más allá del otorgamiento de un número limitado de tÃtulos a una elite de profesionales, por el contrario aparece como una palanca para el desarrollo económico socialmente integrador si potencia su capacidad de generación de conocimiento cientÃfico y tecnológico, asà como su capacidad de ampliar las posibilidades de comprensión del mundo y de expresión en las múltiples dimensiones de la persona. Frente a ello, y desde la óptica de un paÃs cuyo futuro requiere el desarrollo y complejización de actividades hoy basadas en una escasa industrialización de abundantes recursos naturales, el accionar universitario debe ser visualizado como un instrumento estratégico de desarrollo sustentable a largo plazo.
Contribución al Sistema
de Ciencia y TecnologÃa
A continuación efectuaremos algunas consideraciones acerca de la contribución que realizan el conjunto de las Universidades al Sistema Nacional de Ciencia, TecnologÃa e Innovación. Seguimos a este respecto un Informe elaborado en el 2001 con la coordinación de J.L. Coraggio y A. Vispo, a requerimiento del Consejo Interuniversitario NacionalâCIN.
En su conjunto el Sistema Nacional realiza una inversión estimada en 1.500 millones de pesos, el grueso de los cuales poco más del 70% corresponde al sector estatal, mientras que el resto es efectuado por las empresas. De este total, casi el 30% corresponde al conjunto de las Universidades que aportan una inversión en actividades de Ciencia y TecnologÃa de poca más de 400 millones de pesos anuales. Cabe destacar que de la última inversión señalada, el 92% corresponde a la efectuada por las Universidades públicas nacionales y el 8% restante a las Universidades privadas. Como puede observarse, la contribución del sistema universitario está determinada casi exclusivamente por la inversión que realizan las instituciones públicas.
Considerando los recursos económicos invertidos en actividades de ciencia y tecnologÃa (AC y T) la Universidad mostró un comportamiento más dinámico que el promedio de las instituciones, a tal punto que su gasto en estas actividades era, en 1999, el 60% mayor que el registrado en 1993; en el Ãnterin otras instituciones crecieron a un ritmo menor o bien decrecieron en sus presupuestos.
El dinamismo universitario en la materia se expresa preponderantemente, en lo realizado por las entidades públicas que aumentaron sus erogaciones en AC y T en algo más del 63%, mientras que el espectro privado registra incrementos levemente inferiores al 20%.
Como lógica consecuencia del referido proceso, la Universidad â especialmente la de carácter público â se ha convertido en uno de los actores más destacados del Sistema Nacional de Ciencia, TecnologÃa e innovación. La relevancia de la Universidad en el conjunto del sistema es aún mayor si consideramos el recurso humano âinsumo crÃticoâ para estas actividades.
De acuerdo con el relevamiento de recursos humanos dedicados a I+D realizado por la SecretarÃa de Ciencia, TecnologÃa e Innovación Productiva â SECYT â en el año 2003 la Argentina contaba con un total de 36.167 investigadores (contados como personas fÃsicas independientemente de su dedicación horaria). De ellos 23.578 (65,2%) desarrollan sus actividades en las Universidades públicas, 7.284 (20,1%) lo hacen en organismos públicos de ciencia y tecnologÃa y el resto en empresas, Universidades privadas y en organizaciones sin fines de lucro.
Inversión argentina en
Investigación y Desarrollo
La inversión global (pública y privada) argentina en I+D alcanzó los 1.541,7 millones de pesos en el año 2003. Esta inversión representa un desempeño muy bajo comparándolo con los estándares internacionales. Considerando el porcentaje del gasto en I+D como proporción del PBI en 2003 fue del 0.41%, notándose cierta recuperación respecto de la misma proporción del 2002 que fue del 0.39%.
El bajo nivel de gasto de Argentina en esta materia, contrasta con la situación de paÃses que exhiben elevados Ãndices de desarrollo humano y se destacan por disponer de ventajas competitivas en sus economÃas. Estos paÃses muestran una participación elevada y en crecimiento del gasto en investigación y desarrollo. En la Unión Europea la inversión en I+D representó el 1.9 del PBI en 2001, mientras que en el mismo año los paÃses de la OCDE que superaban el 3% del PBI en inversión en I+D eran Suecia, Finlandia, Japón e Islandia, mientras que el porcentaje de los Estados Unidos destinado a I+D se mantuvo estable en el 2002, en torno del 2.8 de su PBI (datos extraÃdos del Documento SECyTâPNCTIP, 2005).
En los paÃses de América Latina la inversión en I+D es mucho menor, la más alta la realiza Brasil con el 1,04% de su PBI en el 2000; luego se ubica Chile con el 0,57% en el 2001. El resto de los paÃses de la región se encuentran por debajo de la inversión Argentina del 2003, el ya señalado 0,41% (SECyT, 2004).
Cabe agregar aquÃ, que la bibliografÃa internacional especializada suele considerar el 1% del PBI como la inversión mÃnima necesaria en investigación y desarrollo, para favorecer el crecimiento sustentable de una economÃa capaz de intervenir con éxito en los mercados globalizados y dar respuestas a las múltiples demandas de sociedades cada vez más dinámicas y complejas.
Conclusiones
- En nuestro paÃs es necesario producir un sustancial incremento de la inversión tanto pública como privada en investigación y desarrollo; resultarÃa altamente positivo plantearse como meta a lograr en el corto plazo, duplicar la inversión actual y mejor aún alcanzar el 1% del PBI.
- Se torna evidente la necesidad de impulsar acciones dirigidas a crear conciencia en diversos sectores y ámbitos de la sociedad civil, respecto del papel estratégico del conocimiento, la ciencia y la tecnologÃa para mejorar la calidad de vida de la población y generar las condiciones para un desarrollo nacional sustentable, socialmente justo e integrador.
- La Universidad debe seguir aportando el âinsumo crÃticoâ para impulsar y nutrir los procesos de desarrollo cientÃficoâtecnológico, a la vez que debe generar proyectos e investigaciones pertinentes y útiles para la región, el paÃs y la sociedad en su conjunto.
- El Estado Nacional que se proponga alcanzar un desarrollo armónico y sustentable, asà como lograr una autonomÃa cientÃficoâtecnológica, deberá apoyar, sostener y priorizar el crecimiento y transformación de la Universidad pública, garantizando el acceso a la educación superior de todos los ciudadanos en igualdad de oportunidades.
7.- BibliografÃa
Coraggio, José L. Y Adolfo Vispo (coordinadores). Contribución al estudio del sistema universitario argentino, Buenos Aires, Miño y Dávila â CIN, 2001.
GarcÃa Guadilla, Carmen. Conocimiento, educación superior y sociedad en América Latina, Caracas, CENDES â Nueva Sociedad, 1996.
Toffler, Alvin. El cambio del poder, Barcelona, Plaza y Janes, 1990.
UNESCO. Declaración mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción, ParÃs, Octubre de 1998 en Revista La Universidad ahora, PESUN â UBA, Primer semestre de 1999.
MECYT â SECyT. Proyecto de Plan Nacional de Ciencia, TecnologÃa e Innovación productiva Año 2005, Buenos Aires, Octubre de 2004.
SECyT. Indicadores de Ciencia y TecnologÃa, Argentina 2003, Buenos Aires, Julio de 2004.Â
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