El pequeño pájaro estaba parado sobre el poste de luz, miraba para todas partes, daba vuelta la cabeza con movimientos eléctricos como si apuntara no con los ojos sino con el pico. Observé cómo se quedaba estático y luego de repente hurgaba en su plumaje hasta que algo llamaba su atención y volvÃa a investigar el aire con su pico apasionado. No lo perdÃa de vista, podÃa distinguir cada una de las barbas de sus plumas, los colores, las fosas nasales debajo de los ojos redondos, sus patas, que de tan próximas parecÃan enormes. Me sorprende mi visión, si lo veo asà de cerca significa que todo lo demás... Sé que con un solo movimiento de mi Ãndice podrÃa determinar su vida o su muerte. Asà como sé que con esta mira impertinente me pongo de cara a una cara que no me ve que no me imagina que no me sueña, me pongo adentro de un trino o adentro del pensamiento ingenuo de dos ojos que buscan de dónde vino, de una boca que se pregunta ¿por qué?, de un oÃdo que escucha su último suspiro, mientras distingo cómo el cuerpo fláccido rebota en el cemento.
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