Municipalidad de Jujuy Jujuy en L�nea Diario Jujuy
San Salvador de Jujuy - ARGENTINA /

Hotel Gregorio
Finca La Colorada

Hotel Gregorio

 

 

Laura Barberis

Nada nuevo bajo la capa de ozono

Laura Barberis

      Mayo es un mes de fiestas patrias en Argentina. Escarapelas, himno, y las celebraciones del 25, con la sustancia totalmente perdida por los modos sacrosantos con que tantas veces nos machacaron con la misma historia. De la misma manera, aburrida y vaciada de todo contenido, hasta que lograron que lo más interesante pasara a ser imaginar cómo serían los paraguas de la época o cómo paliarían los próceres el olor a transpiración en aquellos días en los que faltaba más de un siglo para que se inventara el desodorante; o cuántos eran los que estaban con los paraguas tratando de saber de qué se trataba, se ve que todavía no se había inventado aquello de “acto multitudinario”. No descubro nada, ya lo se, pero ¿cuánto tendrá que ver la forma en que nos contaron la historia con lo que actualmente pasa en esta sociedad? ¿cuánto tuvo que ver a lo largo del siglo XX, por ejemplo?
      Cuando era muy chica y escuchaba hablar de las Fiestas Mayas, vaya a saber por qué, las relacionaba con un friso de señores con túnicas y coronas de laurel que ilustraba el libro Mitología Griega para Niños, que me gustaba mucho; me gustaba tanto porque creía que esos dioses y sus extravagantes parientes habían existido en tiempos no demasiado lejanos a los de mi infancia, con sus interesantes aventuras que revelaban que, en realidad, todo era posible: volar; lanzar rayos y centellas; navegar impávidos en las peores tormentas; quedarse en los bosques de día y de noche, contando con la presencia viva y sobre todo hablando con árboles y animales, pero más que nada me fascinaban esos dioses y diosas que eran tan terrestres y fantásticos a la vez, con sus cabalgaduras aladas y otros engendros muchas veces más nobles y leales que los propios dioses.
      Gracias a Dios (a Prometeo seguramente) pasaron los años y mi religiosidad siguió teniendo que ver más con aquél mundo de imaginación y fantasía creadoras que con las abstracciones inasibles de la religiones en uso. Me fui por la ramas como siempre, pero en definitiva lo que quiero decir es que Zeus o Ulises y ni que hablar de Diana o Icaro, estaban mucho más vivos, eran más comprensibles y cercanos que Cornelio Saavedra o Mariano Moreno o que todos aquellos que, bajo los paraguas y con las escarapelas que recién les habían dado French y Berutti, querían saber de qué se trataba (¿de qué se trataba?) porque querían ser libres, lo que le agregaba tanto misterio a la cuestión, porque por aquellos tiempos, yo pensaba que si estaban en la plaza y habían podido llegar a ella tranquilamente, nadie los había puesto presos.
      La cosa es que esos dibujitos de líneas finas incidieron más en mi formación que los Manuales Estrada y, con seguridad, que la Historia de Astolfi, y supongo que de ahí me viene también que siempre me preocupe más la interpretación de los mitos contemporáneos que los negocios de la política, o sus vaivenes y su incompresible coreografía, tal como es en estos pobres (de pobreza) días.
Ojo que no estoy hablando de ninguna cosa rara; porque, por ejemplo, qué tendrán que ver las rencillas en San Pedro, más que rencillas torneos de lucha libre, entre las secuelas de la gestión Albornoz, el desopilante Julio Moisés, Titina Falcone, Carolina, el Huevo Jure, Bona, Chocobar y unos cuantos más, con el mito peronista de transformar la pobreza para felicidad de todos o con la epopeya radical del ’18, cuando la Reforma Universitaria. O cómo se compadece con la vitalidad legendaria de Evita, el asfalto tantas veces inaugurado de la calle Teniente Farías en las 370 Viviendas de Alto Comedero. Cómo se relacionan las nunca aclaradas tropelías de la CON en la comuna de San Salvador de Jujuy con la profundidad del pensamiento de Moisés Lebenhson, al que sólo Mario Pizarro, un radical, uno, parece conocer y recordar.
      Qué tendrán que ver Carlos Snopek dándole la espalda a López Rega u Horacio Guzmán humillándose en el penal de Tucumán para verlo a Fidalgo con, por ejemplo, el juicio de la Municipalidad de Palpalá contra Agua de los Andes, honorarios incluidos, o con los codazos y empujones para no ser corrido de la mísera baldosa que supieron conseguir o con los jueces corriendo a buscar expedientes de viejas infracciones para que Setranor no sucumba a la indigencia.
En esta misma edición, Fellner alude a alguna concepción, que le pertenece, del peronismo y en la que, seguramente, cree con toda sinceridad, sin advertir ¡maravillas del poder! que para ejercer la justicia social hay que contar con gente que sepa algo más que hacer un picadito en el polideportivo o que a los embates del poder económico se los puede parar con el apoyo del pueblo que, aunque se equivoca mucho, cuando la entiende, la entiende. Lo que pasa es que Fellner no tenía ningún dilema, fijese.

EL GRAN MITO DEL

ETERNO RETORNO
      Perdón Mircea Eliade por la burda referencia. Pero es que ninguna mejor para encarar la cuestión de que no se fue ninguno; no digo a su casa; no digo “al llano”; no se fue ninguno de ninguna parte y cuando llegan al final de los mandatos se convencen a sí mismos que la cuestión no era como era, sino que se trataba de cargos vitalicios y a veces hereditarios, como bien se empieza a advertir de cara a las elecciones generales de octubre, internas mediante ¿o no?
La pobre parodia de cambio que veremos en estas internas abiertas y simultáneas sólo establecerá, quizás, una interesante curiosidad, algo novedoso: cómo se implementarán esfuerzos, dineros e intrigas para que se corten votos los unos frente a los otros que implementarán esfuerzos, dineros e intrigas para que no se corten. Aunque el chiste mayor sería que en el PJ -en la UCR es prácticamente un hecho- también lleguen a la nunca bien ponderada y jamás creída lista de unidad. Mire lo que puede la posibilidad de un pequeñísimo cambio en las reglas de juego de la política argentina. Es que son pocos, son los mismos y quieren seguir así.

OTRO MITO
EL ULTIMO

      Este va en serio. Icaro fue encerrado, junto a su padre Dédalo, en el famoso Laberinto, una suerte de cárcel de Coronda pero de los ámbitos celestes; Minos los puso allí, enojado por la muerte del Minotauro a manos de Teseo y porque Ariadna se había dado cuenta, sin Ley de Cupo, como era la cosa para encontrar la salida. Dédalo, cual Lito Rioja, era un ser de recursos y entonces con gran cantidad de cera, y notable habilidad para modelar, fabricó alas de gran tamaño para él y para su hijo, recomendándole que volara bajo porque sino el sol podía derretir al medio de transporte que los liberaría. Pero Icaro, que sólo creía en si mismo y en la Diosa Romana Encuestae, no le dio la menor bolilla y remontó a las alturas más soberbias del cielo, la cera se derritió y, como era previsible, él se precipitó al mar. Dicho en criollo, a la mañana sos Gardel y a la tarde se te cayó el avión.






espacio del lector
Nombre/seudónimo*
Edad * años
E-mail *
Comentario *
 
IMPORTANTE: Está terminantemente prohibido incluir agravios, calumnias, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o cualquier comentario discriminatorio. Recordamos que no se publicarán comentarios que no respeten las reglas.


·
·
·

Copyright © 2008 El Ojo de la Tormenta - Reservados todos los derechos.

Lavalle 261, Oficina 5—Bº Centro - San Salvador de Jujuy (4600) - Jujuy - Argentina.
Teléfono: 0388-4235343 / Fax: 0388-4235343 - Correo: info@elojojujuy.com.ar

.   .