Sin duda que la realidad por la que atraviesa Talleres de Perico es verdaderamente preocupante. El plantel arrancó la peor campaña futbolística de su historia en el Torneo Argentino “A”, con cuatro derrotas consecutivas obtenidas en los primeros partidos del Apertura 2008. Los malos resultados obligaron al D.T Eduardo Juárez a dar un paso al costado, decisión que tomó de manera indeclinable.
El panorama negro entre expulsiones, duras sanciones, falta de refuerzos experimentados, que en esta oportunidad no se sumaron al plantel y fundamentalmente falta de presupuesto, motivaron a los directivos a buscar y quedarse con lo que encontraron a mano. Y lo que estaba a mano desencadenó en la llegada de jugadores que no son reconocidos en la categoría, una pretemporada a medias por falta de recursos y la confirmación de un cuerpo técnico que siempre estará a las órdenes de los periqueños, pero que no era el elegido por el hincha pasional y sin memoria. Eduardo Juárez, quien al final del torneo anterior se había despedido de Talleres, no era el nombre que más sonaba para la nueva dirigencia encabezada por Jorge Gurrieri; sin embargo después de buscar y buscar, volvieron al “Pájaro” quien aceptó la propuesta y ocupó el espacio que muy pocos entrenadores se interesaron en analizar.
Por eso a esta altura, con una malísima campaña, con la renuncia de Juárez, con las increíbles malas actuaciones de los árbitros que influyen en los resultados, con la falta de experiencia y porque no, también modorra de los actuales dirigentes, el que piense que el problema de Talleres pasa sólo por lo futbolístico está equivocado. No hay duda que una institución con tan pocos ingresos económicos, debe apuntar fundamentalmente a la competencia y a los buenos resultados deportivos para obtener frutos; en otras palabras para que el hincha apoye en forma masiva, el equipo tiene que ganar, así somos en Jujuy.
Pero un club no sólo vive de éxitos, el ejemplo más claro es Gimnasia, disculpen los hinchas del “Expreso” que les cite a su clásico rival, pero todos recuerdan el mal momento que el Lobo pasó cuando descendió a la “B”. Sin embargo en el ejemplo citado, la base de la pirámide siguió firme, los dirigentes se fortalecieron mucho más, buscaron soluciones a problemas económicos que son desequilibrantes cuando un equipo baja de categoría y hasta recuperaron una sede y levantaron una convocatoria de acreedores.
Lo que quiero decir es que más allá del hincha, que siempre quiere ganar, no sólo de buenos resultados vive una institución y a eso deberán apuntar dirigentes, técnico, jugadores, socios y simpatizantes. Claro que los técnicos se van porque los resultados no aparecen, pero lamentablemente la realidad de Talleres de Perico va más allá. No sólo hablo de que Núñez o González no hacen los goles, sino también digo que en la semana el jugador tiene que ser mimado, con campos y ropa de entrenamiento en buenas condiciones, con elementos deportivos como una simple pelota de fútbol apta para jugar. ¿Vieron?, el problema es grave, porque cuando los resultados no aparecen siempre hay una institución que sostiene a todos, pero cuando la base no está firme es muy difícil mantenerla y cada vez se achica más.
Hace un año este club se salvó del descenso, justamente con Juárez como técnico y hace tres meses con el mismo entrenador, el Expreso hacía la mejor campaña de su historia en la que estuvo a dos fases de pelear por un ascenso al Nacional “B”. Pero los resultados mandan y nadie puede negar que la decisión de Eduardo Juárez fue la más correcta, porque ahora si que los hinchas ya no encontrarán excusas para no ir a la cancha. Sabían algo, lean bien porque ésta es buena, cuando comenzó el campeonato las malas lenguas decían que la hinchada no estaba dispuesta a soportar ver a Juárez en el banco y ese era el motivo por el que sólo 1500 personas asistían al Plinio Zabala, una verdadera y perfecta tontería, en donde quedó el hincha de las buenas y las malas, insisto esa frase en Jujuy no existe. Sólo pretextos, nos falta mucho para sentir una camiseta de verdad y para vivir el fútbol como una verdadera pasión, gane o pierda, lunes o domingos, de local o visitante, siempre, eso mismo nos falta mucho para el siempre. Sólo algunos, los que acompañan al equipo desde chiquitos, los que reniegan, insultan y rompen el carnet, saben que pueden discutir entrenadores que al final están de paso, pero los hinchas y la institución perduran. Por eso es una estupidez que la gente no vaya a la cancha porque Juárez o quien sea no les cae bien. Esto no quiere decir que Talleres pierda por culpa de sus hinchas, para nada, Talleres pierde por todo lo que le pasa, técnica, dirigencial y futbolísticamente. En los partidos que dirigió Juárez, el plantel no jugó bien, fue un equipo sin ideas, sin saber que quería, desprolijo, sin orden, sin respuestas futbolísticas y sin la mínima reacción para ganar o dar vuelta un partido. Salvo con Racing de Córdoba y Desamparados de San Juan estuvo a punto de sumar aunque sea un punto, pero a la suerte hay que ayudarla y en este campeonato la diosa fortuna no quiso subir al “Expreso”.
El único equipo jujeño que después de Gimnasia participa en un torneo organizado por la Asociación del Fútbol Argentino, está en problemas, y la sensación es que se hunde cada vez más. Considerando que en San Juan el árbitro Marcelo Bistocco, informó y expulsó a cinco jugadores y al técnico, con la presencia del Presidente Gurrieri, los que escuchábamos los comentarios por radio, pensábamos que el “presi” volaba directamente al Consejo Federal para reclamar tanta injusticia, pero nosotros también nos equivocamos y todas las quejas murieron entre los hinchas y los medios jujeños.
Falta de presencia, de contactos y experiencia dirigencial hicieron una vez más que el Tribunal de Disciplina ejemplifique con el más débil de todos, Talleres de Perico, como pasó hace dos años cuando el “amigo” Mazzón le había expulsado también medio equipo. Que sarta de villanos, si hasta podríamos armar una novela mexicana en la que todos atacan y persiguen a la humilde costurerita.
Está claro que el Expreso, con refuerzos casi desconocidos, salvo el “bueno” de Gustavo Coronel, no puede pelear los primeros puestos como en el torneo anterior, ni siquiera acercarse. Se fueron jugadores importantes como De Almeida y Medina, pero no los reemplazaron de la misma manera y eso no es culpa de Eduardo Juárez, que luchó hasta último momento para que Alejandro González refuerce el equipo, pero los dirigentes no permitieron la llegada de un refuerzo sin pretemporada, como así tampoco otros jugadores más “caritos” que había pedido el técnico, que después de cuatro derrotas consecutivas asumió sus culpas y prefirió dar un paso al costado.
Pero si creían que esto terminaba aquí, se equivocaron, los que fuimos a ver los últimos partidos de Talleres, nos preguntamos como hacen los dirigentes para mantener el Club. Las recaudaciones no son buenas, hay muy pocos ingresos extras, si hay doscientos socios es mucho y para colmo los sponsors no son tantos como en el torneo anterior. Salvo los “tabacaleros” de siempre, un aporte mínimo de AFA y la ayuda del gobierno provincial que colaboran con una suma considerable, los dirigentes tienen que hacer maravillas para juntar 30 mil pesos por partido cuando juegan de visitante. Ni siquiera respiran cuando son locales, no hay mucha gente en la cancha y el estadio se habilita igual, con seguridad y controles por todos lados a los que hay que pagarles.
A pesar de todo falta mucho aún y Gurrieri, que tuvo ganas de dar un paso al costado en varias oportunidades, sigue firme, dicen que no le queda otra porque ya se fueron varios dirigentes de su lista que abandonaron el barco. El panorama no es bueno, pero el cambio de técnico puede ser el comienzo de una nueva etapa, aunque no todas las culpas de este infierno hayan sido de Juárez.