Laura Barberis
La delimitación de territorios, la fuerte disputa por los espacios, la práctica permanente de ejercicios para sortear la coyuntura, van llevando inexorablemente a la dirigencia del PJ jujeño a las regiones más turbulentas del futuro preelectoral, donde los logros económicos del gobierno y los reales cimientos para el desarrollo, se mezclan con las deudas sociales y la ambición y codicia de dirigentes que ocuparon su actual lugar en los años negros del deterioro del PJ y que no se resignan a abandonar los âmodosâ y estrategias de la década menemista y pretenden sostenerse, manteniendo al peronismo como base de operaciones para consolidar poder, o sea negocios.
Con el nivel de popularidad muy alto y definitivos logros a su favor, el gobernador Eduardo Fellner se encuentra ante un dilema doctrinario, al cual puede optar por no reconocer o puede mirarlo de frente y corregir todo lo que este tiempo histórico le permitirÃa, que no es poco.
A casi seis años de la gestión de Fellner, es oportuno recordar las condiciones en que se encontraba la provincia cuando asumió: reiterado desbarajuste institucional con su directa incidencia en el funcionamiento de las estructuras del estado, sueldos atrasados, fondos nacionales inutilizados, a lo que hay que agregar la aceleración del desempleo, la crisis del 2001 y otros factores polÃticos, sociales y económicos muy negativos que son de público conocimiento. La forma en que fue sorteando los escollos hasta llegar a la situación actual: Jama, la Quebrada Patrimonio, coincidencias explÃcitas con el Gobierno Nacional, mucha obra pública y, lo que es más importante, los comienzos visibles de una serie de acciones que apuntan decididamente al desarrollo local (tema para otra nota, pero el único que pude traer soluciones de fondo para la tremenda pobreza en que está sumida gran parte de la población); tal conjunción de elementos, seguramente es lo que ha determinado que el desgaste propio de tiempos largos de gestión no se haya producido y siga gozando de mayor aprobación aún, por parte de la opinión pública.
EL MEOLLO
DE LA COSA
Con criterio de realidad digo que ningún gobierno democrático y ningún grupo polÃtico pueden impulsar modificaciones profundas en todos los frentes a la vez, pero es imposible a esta altura de las cosas soslayar la observación y el comentario respecto del dilema que tiene frente a sà el gobernador Fellner,
No es necesario entrar en detalles una vez más sobre cómo Carlos Menem y la Sonora Financiera hicieron lo que hicieron con el paÃs y como él y sus cómplices desnaturalizaron al peronismo. Está a la vista que el viraje de âadecentamientoâ que le impuso el presidente Kirchner a temas básicos del Estado no deja de rondar, irrumpir y gambetear de muchas maneras a las estructuras y aparatos del Partido Justicialista, ése que quedó después de los â90. Jujuy no estuvo ajena a los avatares de la impronta del riojano. Y en este preciso punto, es dónde, desde la perspectiva de muchos peronistas -lo digan o no- tiene Fellner el mayor desafÃo polÃtico de los muchos que tuvo que remontar en estos años. O sea: intenta abrir el juego para recrear un peronismo, no el del â45 por supuesto, pero si más vinculado a la recuperación de âlo nacional y lo popularâ como trata de hacerlo su amigo Kirchner o elude las dificultades que tal empeño tendrÃa y las deja para otro, en el futuro; un futuro en el cual quizás el PJ local ya no tenga los mismos capitales electorales -por ejemplo en el 2007- y la rápida capacidad de reacción de Gerardo Morales le permita al Frente CÃvico o Frente Jujeño o como se llame la UCR, una recuperación que, por ahora, no se le puede dar sino por algún accidente del adversario.
LO QUE EL PJ LE DEBE Y
LO QUE LE DEBE AL PJ
La legitimidad que la opinión pública jujeña le otorgó desde el comienzo a Fellner, pasa porque la gente siempre creyó en su intención de modernizar el estado, de transparentarlo, de crear condiciones para el desarrollo, de propiciar que todos vivan mejor; que la provincia crezca; en una palabra, siempre le creyó su idea de recuperar la polÃtica, la polÃtica a secas. Y entonces la âmasa peronista, la fusiforme masa peronistaâ -dicho con el mayor de los respetos- se bancó, que a los espacios que supieron ocupar los fundadores del Movimiento y sus más queridos dirigentes, fuera cualquiera; bah, cualquiera, no; que los ocuparan imposibles dirigentes, avalados por lo que pasaba en Buenos Aires, cuando Menem iba al entierro de Rojas o distinguÃa a Alvaro Alzogaray y se asociaba con él, modificando de cuajo el sentido profundo de la doctrina peronista. Por supuesto que el peronismo de un Jujuy que salÃa de una crisis institucional para entrar en otra, también entendÃa que no eran muchos los márgenes de Fellner para gobernar con suerte la provincia y que tenÃa que equilibrar las cosas en la Legislatura, en las intendencias y con los otros factores de poder, como mejor pudiera
El tema de cualquiera venÃa de antes, venÃa, reitero, de principios de los â90. Y acá se usó mucho y se sigue usando para justificar el delirio que âel peronismo licua cualquier cosa; es tan fuerte su poder centrÃpeto que con el tiempo licua y absorbe al gorila más pintadoâ ... ¿ahora, qué peronismo es el que hace eso? ¿aquél del que Kirchner y -el propio Fellner no lo dudo- se quiere alejar o ese del que se apoderaron los rufianes y mafiosos de la polÃtica y las finanzas?.
En los últimos meses, en los aprontes para el 2005, se ha escuchado delicias como las que siguen; âdespués de Ledesma, soy quien más factura en la provinciaâ señalando ¡inaudito! que esa instancia comercial habilita al dicente a aspirar a los más altos cargos; o se explica âFellner se va ahora o dentro de dos años, asà que el único que va a poder poner plata, que no sea la del aparato, soy yo y las elecciones no se ganan con votos, sino con plataâ; se ha amenazado o enviado mensajes propios de un rufián de la pasada dictadura, a quienes piensan que el peronismo tiene su razón de ser en que mejore la calidad de vida de la gente y no la de los dirigentes.
Es justo reconocer que, según sea la opción de Eduardo Fellner, puede recibir algunos embates que atenten contra el equilibrio provincial (que en verdad ya no es frágil) porque los saqueadores no se van a ir tan calladitos a la casa ni van a resignar posiciones mansamente. Pero es que el problema consiste, para terminar, en que al Justicialismo de Jujuy se le metieron demasiadas comadrejas en el gallinero; han crecido, engañan a la gente y, lo peor de todo, empiezan a reproducirse.
Pero mientras va haciendo el mejor gobierno en muchos años ¿porqué Fellner no puede dar una vuelta de tuerca que devuelva a su partido la dignidad que en Jujuy supo tener? Si resuelve el dilema hacia la opción anterior, la provincia puede tener un largo futuro de crecimiento; si elige (en los hechos) dejar la cuestión doctrinaria para quienes lo sucedan en el Ejecutivo y en el Partido, sólo se habrá avanzado como el cangrejo, para retroceder.
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